La necesidad de saber de ti, como te va, qué haces por la
vida, es la idea que me persigue hoy y como es obvio, no me es agradable. Es la
sensación de pensar que estas aquí, que eres mío y que yo soy tuya, y juntos
somos uno solo, es mi imaginación la que me hace una mala traba y en la cual,
yo caigo con facilidad. ¡QUÉ ILUSA! Solo deja ir el pasado y disfruta el
presente y deja fluir el futuro, pero es complicado cuando pusiste tantas esperanzas,
sueños, anhelos en un ser que sin pensar, te puedo dar un puñal por la espada.
Tu puñal fue filudo, discreto y muy profundo, tanto que aún
no cicatriza, porque sigue vivo, SI ASI ES, sigue VIVO. El primer día que te
conocí lo recuerdo como si hubiera sido HOY, porque decir AYER es dejar pasar
muchos detalles, los cuales recuerdo perfectamente. Pero te encargaste muchas
veces de degradar la ilusión que sentía, la esperanza que guardaba, de ser al
fin felices, de que el sentimiento es algo más de lo que puedo expresar por
acciones y palabras, que lo que siento sobrepasa el espacio y el tiempo.
Fueron muchas las posibilidades de un “comenzar de 0” pero
pocas las probabilidades de que tu mirada fuera sincera, de que en tus ojos yo
pueda reflejarme, y que dentro de tu corazón, yo pudiera acurrucarme. Quizás
siempre sentiste esa inclinación de empezar con mucha intensidad y terminar con
la misma, o simplemente es tu instinto de caer siempre en el mismo error.
Tenía un libro escrito para los dos, redacté las primeras
hojas, éramos los protagonistas, pero el desarrollo se tornó frio, indiferente,
confuso e incluso absurdo. Era nuestra historia, nuevamente comenzando, pero
esta vez hubo un detalle: la mitad de mi ser no te pertenecía, ERA TODA YO
QUIÉN INCONSIENTEMENTE YA ERA TUYA.
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